Sin agua no hay vida

Coordinar la flota de cisternas y gestionar la red de agua en Auserd son dos de los grandes retos a los que se enfrenta ATTsF. Se trata de un esfuerzo logístico diario, un compendio de tuberías y vehículos atendidos por hombres y mujeres que cada día trabajan para que el agua llegue a las 173.600 personas refugiadas en los campamentos de población refugiada saharaui en Tinduf. Hoy, en el Día Mundial del Agua, contamos cómo funciona este complejo sistema, su evolución y conocemos a algunos de los rostros que hacen que todo esto sea posible.

Cuando ATTsF cogió el proyecto de gestionar la red de distribución de agua de la wilaya de Auserd en enero de 2023, asumía el reto de mantener 28 kilómetros de tubería para atender a más de 36.000 personas.  Los técnicos se encontraron con un escenario lleno de complicaciones y deficiencias. Grifos que no funcionaban, averías por toda la red, problemas de presión y fugas eran algunos de los retos que había que enfrentar para mejorar la situación del agua en este campamento. Cheibetta Gailani, coordinador de la red de Auserd y de los centros regionales, es pieza clave en buena parte de las mejoras que se producen desde hace más de un año. Recuerda cómo comenzó este proceso. La primera clave: conocer el estado de la red. “Lo primero que hicimos fue hablar con el director regional de agua en Auserd para que nos facilitara la información. Hasta ese momento no sabíamos exactamente cuáles eran los problemas”, rememora. Se llevaron a cabo varias giras por Auserd para evaluar sobre el terreno la situación. La situación llegaba al punto de que existían grifos que nunca habían tenido agua, como sucedía en las dairas (municipios) de Bir-Ganduz, Tichla y Miyek.

ATTsF decidió realizar una identificación detallada de la situación con el fin de establecer un punto de partida y poder definir un plan de acción. Se identificaron 144 hogares sin suministro de red, casi dos tercios de los grifos se encontraban saturados (más de ocho hogares por grifo), alrededor del 30% de los grifos tenían algún tipo de problema (190 de 641), así como el 50% de las arquetas, ya fuese en su estructura o en las válvulas. Los datos se obtuvieron mediante aplicaciones especializadas como Kobotoolbox. El empleo de estas aplicaciones supuso una mayor calidad del estudio y permitieron recabar información concisa, georreferenciación (técnica fundamental para obtener información geoespacial), fotografías y la elaboración cartográfica con QGIS y Google Earth Pro de diferentes capas sobre el mapa de la red. Para esta labor resultó fundamental el apoyo de técnicos voluntarios del Gabinete de Voluntariado de ATTsF. Poco a poco el puzzle se fue formando y Gailani puso en marcha un plan de trabajo que tuvo como primera prioridad arreglar y/o cambiar los grifos rotos. “El año pasado compramos entre 300 y 400 grifos, todos ellos ya incorporados en la red. Son grifos de más calidad y por eso siguen funcionando”, asegura.

Cheibetta Gailani, coordinador de la red de Auserd y de los centros regionales.

Desde Pamplona, llegaron Enrique Gómez e Ibai Iriarte, técnicos de mantenimiento, quienes elaboraron un informe del protocolo de apertura y reparación. Fueron a Auserd para analizar varios puntos a los que no les llegaba el agua. “Teníamos que localizar por dónde pasaban todas las tuberías, llaves de corte y las diferentes alturas de las fuentes comparadas con los depósitos”, cuenta Iriarte. Descubrieron las llaves de corte y diseñaron este protocolo para que llegase el agua a las diferentes zonas desprovistas. Este trabajo supuso una revolución en la forma de funcionar de la red. “Hasta entonces se trabajaba con todas las tuberías abiertas y nosotros fuimos sectorizando diferentes calles mediante las llaves y tuberías. Cerrábamos todo excepto en los lugares donde tenían problemas de presión de agua. Con todo lo demás cerrado, comprobamos que en esos puntos ahora sí que llegaba el agua”, recuerda Iriarte. Con este protocolo de apertura de llaves la zona suroeste de la daira de Miyek pudo revertir esa situación en julio del año pasado. Ahora ya tiene agua y llega a las personas de manera equitativa.

En todo este engranaje, Gailani añade otro factor muy importante a tener en cuenta: los días de reparto de agua en cada daira. La decisión de cada cuánto tiempo se reparte el agua es una competencia que recae en el Ministerio del Agua. Este ministerio ha ido variando el tiempo de distribución, pero la tónica era la de llevar el agua durante una semana aproximadamente a cada daira, lo que suponía que no volviese hasta seis semanas después a la misma. Finalmente, y siguiendo las recomendaciones de ATTsF, se ha logrado que el agua llegue a cada daira cada doce días. El agua pasa durante dos días en la daira correspondiente y se repite el ciclo.

El trabajo que se aplicó con base en los datos supuso que seis meses después del inicio del plan “se solucionasen casi el 70% de los problemas”, sostiene Gailani. Además, a fecha de mediados de marzo de 2024, la red de distribución de agua en Auserd cuenta con un sistema digitalizado que facilita el trabajo, que permite atajar los problemas en el menor tiempo posible y de manera más eficiente, gracias también a la agilidad en la comunicación que supone la implantación de la tecnología. Pero nada de esto sería posible sin el esfuerzo de personas que dan su tiempo para que la red funcione.

Los rostros de la red

Para Gailani, sin las voluntarias nada sería posible. Los campamentos de población refugiada saharaui están divididos en cinco wilayas y éstas a su vez en dairas, que también se dividen en barrios. En el caso de Auserd, está formada por seis dairas, compuestas por cuatro barrios cada una. Cada barrio cuenta con una responsable que se asegura de que llega del agua y el correcto uso de ésta. Ellas son las que mejor conocen el día a día y cuándo llega el agua. Han creado una red de comunicación que sigue a la del agua y que informa de cualquier problema que se pueda producir.

Jadigtu Sabar es la responsable del agua en la daira de Agüenit. Desde las siete de la mañana supervisa que la distribución se realice correctamente. “Observo cómo funciona la distribución y si hay alguna avería aviso a la brigada. Estoy constantemente moviéndome por los puntos por si se presneta algún problema”, asegura Sabar.

Jadigtu Sabar, responsable del agua en la daira de Agüenit.

En cuanto llega el aviso de una avería, se activa el equipo de la brigada. En total, la plantilla la componen seis técnicos, divididos en dos grupos. Tres de ellos se ocupan de las tres dairas del norte y los otros tres de las del sur. En caso de que falle la red general, van los seis. Solo hace falta que les den luz verde para dirigirse al punto que requiere de reparación, con la información ya en sus manos antes de ponerse en marcha. Mohamed Andala gestiona este equipo. Acuden siempre que reciben el aviso, no importa la hora. “Puede ser las diez, las doce o la una de la noche”, detalla Andala. El trabajo es casi diario, sobre todo con los tubos de 160 milímetros, aunque este mes se ha bajado el número de reparaciones, según informa el jefe de la brigada. Andala achaca las averías a la mala calidad de las tuberías antiguas que se colocaron en el momento de la construcción de la red. Constata la mejoría desde la intervención de ATTsF y cree que uno de los próximos objetivos es garantizar el material necesario para seguir mejorando el trabajo.

De izquierda a derecha: Chej Brahim, miembro de la Brigada de la red de agua en Auserd, Mohamed Lamin, miembro también, y Mohamed Andala, jefe de la brigada en Auserd, posan en el almacén de esta wilaya donde tienen los materiales para reparar las averías.

Cuando Gailani echa la vista atrás, se sorprende de todo lo logrado y se acuerda de aquellos que lo han hecho posible. “Estoy muy contento, no pensaba que íbamos a llegar a este punto. El empujón que nos dieron Enrique e Ibai fue muy importante. También estoy muy satisfecho con la brigada, sin ellos no lo hubiésemos conseguido, con el trabajo de las voluntarias y con ATTsF, que nos han facilitado material y técnicos”, valora. Y ya se enfoca en los próximos objetivos. “Los retos siguientes son aumentar la red para que les llegue a todas las jaimas. A Alrededor del 30% de Auserd todavía no le llega el agua por red. También queremos poner contadores en cada daira para saber la cantidad exacta que se distribuye y organizar la distribución con base en esa información”, declara.

La flota de cisternas

Las cisternas son el otro personaje principal de esta compleja trama para que las wilayas dispongan de agua. De hecho, apoyan a las familias a las que la red no cubre. Gailani explica que en cada wilaya la manera de acceder al agua es a través de la red y las cisternas, lo que revela la importancia de que ambos trabajos se ejecuten de la mejor manera posible. ATTsF es la organización encargada de gestionar la flota de camiones cisternas; compuesta por 28 camiones y 2 de reserva, desplegados por los campamentos.

“Nos levantamos a las cinco de la mañana y mi trabajo consiste en llevar agua a la población que no tiene red, en Bojador”, explica Min Mohamed, conductor de la cisterna CC60. A cada familia le corresponden cinco toneladas y Mohamed y el resto de compañeros hacen siete viajes al día. Se dirigen a la jirafa (puntos de carga de agua), llenan las cisternas y comienza el reparto. “Lo más complicado es el terreno para llegar a las paradas”, manifiesta.  En cada uno de los siete viajes reciben agua 21 familias. “No importa dónde estén”, asegura Mohamed.

Min Mohamed conduce la cisterna CC60, en Bojador.

Manejar una flota de estas dimensiones provoca que las avería se vuelvan un contratiempo a tener en cuenta, que se produce más de los deseado y, en palabras de Gailani, “son casi diarias”. También, apunta el coordinador, convendría renovar los vehículos para evitar este tipo de problemas. Para solventar esta situación, se cuenta con mecánicos, uno por wilaya junto con un ayudante, que dispone de un taller equipado. Estos mantienen una comunicación con el CLM y el centro en Rabuni para facilitar la información. Dependiendo del tipo de avería, esta se puede arreglar o en el centro regional o en Rabuni. Gailani explica que un problema con el que se han encontrado surgió el año pasado: la reducción del número de cisternas. “El año 2022 eran 36 cisternas, pero ACNUR decidió bajar el número a 28 para 2023”, cuenta. Y añade que: “En este momento, con la cantidad que disponemos no es suficiente y no se logra el 100% de la distribución”. También se ha desarrollado un programa de mantenimiento de las cisternas para ayudar a que perduren el mayor tiempo posible, además de realizar un cuidado preventivo que evite averías potenciales. Dicho programa se lleva a cabo de manera semestral.

Hoy en el Día Mundial del Agua se convierte en un recordatorio de la delicada situación del agua en los campamentos; un derecho básico pero que en este lugar nada lo asegura y los saharauis luchan para preservarlo. 22 de marzo, una fecha para seguir revindicando el trabajo de profesionales que cada día dedican su tiempo a que la vida de los saharauis sea más digna. “Lo más bonito de nuestro trabajo es que ayudamos a las personas que no pueden acceder al agua”, asegura con satisfacción Mohamed. Porque como recuerda Sibar “sin agua no hay vida”.